La ludopatía,
de igual forma que pasa en la cleptomanía o en la ninfomanía, en el
fondo se puede clasificar como un déficit del control de los impulsos
que transforma a la persona en adicta, en este caso, a los juegos de
azar. El beneficio principal que se obtiene es la eliminación del
malestar o la ansiedad previa y la satisfacción inmediata de la demanda.
Consejos para tratar a un ludópata
El ludópata es alguien que siente la necesidad compulsiva e irrefrenable de jugar,
por ejemplo al bingo o a la ruleta, juntamente con una enorme sensación
de ansiedad que queda mitigada en el mismo momento en el que empieza a
jugar. Posteriormente, en la mayoría de ocasiones, aparecen sentimientos
de culpabilidad, auto castigo y/o vergüenza como consecuencia de haber
cedido ante el impulso y haber caído en la tentación.
De
todas formas, al poco tiempo, empieza otra vez el proceso, el cual es
cíclico, apareciendo de nuevo la ansiedad, el impulso, el acto, la
sensación de saciedad y otra vez la culpa.
En
la mayoría de los casos, hay aspectos fisiopatológicos implicados, pues
el déficit de control de los impulsos se asocia con la carencia o mal
funcionamiento de algunos neurotransmisores como la serotonina o la dopamina. Por lo tanto, es posible la necesidad de un tratamiento farmacológico para tratar el trastorno.
Además,
es muy probable que las personas aquejadas de esta patología tengan
otro tipo de trastornos asociados como ansiedad, depresión, trastorno
por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH o TDA) o adicción
al alcohol u otras substancias.
A
nivel psicológico, personalmente, una de las formas por las cuales me
gusta tratar este tipo de trastornos es basándome en el siguiente
principio:
Considerando a los humanos
como seres hedonistas por naturaleza, tal y como postula Epicuro en su
doctrina filosófica, somos sujetos que buscan constantemente el placer
en todo aquello que hacemos. Somos, según esta teoría, buscadores
empedernidos del beneficio constante, como una especie de adictos a todo
aquello que nos aporta algo positivo y que nos aleja del dolor y la
ansiedad.
Normalmente, y como hemos anotado antes, aquellas personas que son adictas a algo, como es el caso del ludópata al juego,
padecen sintomatología depresiva. Uno de los síntomas más típicos de la
depresión o ansiedad es la dificultad para disfrutar de las cosas o
sentir placer de cualquier tipo.
Pensad,
por ejemplo, que en nuestro interior hubiera un vaso vacío imaginario
el cual debemos llenar cada día con beneficios. Una persona normal y
corriente, obtiene estos beneficios prácticamente de cualquier acción,
por ejemplo, un paseo por la playa, jugando con sus hijos, tomando un
café con los amigos o yendo al gimnasio.
Por
el contrario, el que padece un trastorno de ansiedad o del estado del
ánimo, tiene serias dificultades para disfrutar de cualquier cosa, hasta
que un día, por casualidad, descubre una actividad que le proporciona
enorme placer, por ejemplo para un ludópata el juego. Al estar obligado a
llenar el mencionado vaso y al estar prácticamente incapacitado para
hacerlo a través de otras cosas, la persona con dificultad para
experimentar placer, se vuelve adicta a aquello que sí se lo proporciona
aunque sea perjudicial para sí mismo, por el hecho de realizarlo en
exceso, con consecuencias negativas y de forma descontrolada.
En
estos casos, un trabajo importante a realizar en terapia es enseñar a
la persona a disfrutar de otras cosas lo cual, en muchas ocasiones y
como hemos comentado anteriormente, requiere, al mismo tiempo, de un
tratamiento farmacológico asociado que disminuya la sintomatología y
restablezca la capacidad para experimentar placer.
En
resumen, una de las formas en psicoterapia de abordar el tema de las
adicciones como la ludopatía es a través del principio de la necesidad
de obtención de beneficios aunque, evidentemente, no es la única manera
de afrontar este tipo de demandas.
En
siguientes artículos, mostraré otras vías posibles para trabajar
patologías relacionadas con el déficit de control de los impulsos y las
adicciones, teniendo en cuenta que cada paciente es un mundo diferente y
a cada cual le servirán unos argumentos u otros.
Helena Romeu LlabrésPsicóloga
Número colegiado 19543
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