Asombra el coraje de este hombre que en la frontera de los 90 se incorpora del sillón de orejas del salón de su casa para acercarse con zapatillas barojianas de fieltro a cuadros y suela de goma hasta alguna habitación del fondo del pasillo, desde donde trae un libro que anda leyendo estos días y cuyo autor no recuerda [Al-Andalus El cristianismo, mozárabes y muladíes, de L. Benavides Barajas]. Es la una del mediodía del pasado lunes y Rafael Sánchez Ferlosio acaba de terminar los ejercicios de rehabilitación. Se viste un enorme camisón a rayas, saluda, se sienta con ojos muy abiertos y cejas alborotadas, reposa los brazos sobre el butacón y aguarda. Días atrás tuvo algo de fiebre pero anda ya recuperado.
- ¿Pasea?
- Soy muy viejo y perezoso. Con la polución que hay no puedo salir a diario. Cuando tengo que ir al médico, porque tengo que llevar a la persona.
- ¿Y sigue yendo a Coria?
- En verano, a mediados de julio o agosto.
- ¿Y sigue escribiendo?
- Poca cosa. Apuntes en mi libreta
- ¿Por la noche?
- Por la noche más bien leo. Debo tener muchos pecios por ahí...
- ¿Y sigue la política?ADVERTISING
- Estoy aburrido de la política. La gente no sé cómo está, sé cómo están los periódicos.
- ¿Y qué me dice de Cataluña
- Cataluña me aburre, me aburre mucho. No se puede aguantar. Son aburridísimos. Los mismos diciendo una cosa y otra.
- ¿Y cómo cree que va a terminar?
- No creo que termine ni bien ni mal. Es más aburrido que un partido con empate a cero. Es un coñazo. No tiene solución o será una solución aburrida. Alguna vez decrecerá. Y ellos entonando los cantos de los segadores y vuelta otra vez.
- Leo todos los días tres periódicos, pero miro los titulares. Leer, leer leo dos o tres artículos. Y algún diario italiano, pero esporádicamente. Que como conozco la lengua...
Y se queda en silencio. Respirando, con la mirada vaya usted a saber dónde. Y agrega unos segundos después.
- La época dorada del periodismo fue cuando lo del Watergate. Entonces me suscribí seis meses al Herald. Me divertía mucho.
Lo dice abriendo los brazos de par en par, sonriendo.
- No leía bien inglés, leía algo, pero me ayudaba del diccionario. Luego ya me familiaricé con el idioma porque usan muchas abreviaturas y con lo que traducía ya estaba al día. Cuando más me divertí fue cuando entró la parte española, un tal Be Be Rebozo, como Brigitte Bardot, que creo que era de Puerto Rico. Debía de ser un pequeño bananero del Caribe, amigo de alguien importante del Watergate; no sé, creo que de Nixon.
Y don Rafael, el de Alfanhuí, no suelta el hilo. Está tranquilo y no tiene prisa. Con la rehabilitación hecha tiene todo el día por delante.
- Nixon era un espía y estaba siendo espiado. Había un chiste a bolígrafo en el que se le veía escuchando un teléfono, en la siguiente viñeta aparecía con otro teléfono riéndose muy interesado y en la tercera estaba en un sótano con un teléfono en cada oreja.
- ¿Quién le gustaba?
- Rafael Ortega.
- Pero ya no es taurino...
- Dejaron de gustarme. Y me entran remordimientos de haberlo sido.
- ¿Y sigue dibujando?
- Juan Benet era el que dibujaba muy bien. Tiene un dibujo de la curva de un río... Lo tengo por ahí, no sé bien dónde está. Juan Benet era un buen escritor. Muy listo.
- ¿A su padre se le ha valorado literariamente?
- En su tiempo... Eso pasa por la época.
- ¿Qué otros escritores recuerda?
- Benet era muy bueno, y era amigo. Y Aldecoa, que era de mi tertulia. Cómo no le voy a apreciar.
- ¿Duerme bien?
- Depende. La otra noche nada, absolutamente nada.
- ¿Y qué piensa, qué hace cuando no duerme?
- Intento dormir desesperadamente, tomo un somnífero. Pero no pasa muchas veces.
- ¿Y la poesía?
- Nunca he leído poesía (...) Los romances viejos. Lo que ahora releo es el Calila y Dimna [una serie de historias indias de hace más de 1.500 años que Alfonso X el Sabio mandó traducir del árabe y recuperó Páginas de Espuma y cuyo texto fue acercado al español de hoy por José María Merino]. Vuelvo a libros antiguos, releo un fragmento que no me acordaba, un pasaje...
- ¿Cuál cree que es su mejor libro, quizá Alfanhuí?
- Es el único que merece algo.
- ¿Cuánto tardó en escribirlo?
- Un año. Pero lo fui escribiendo separadamente. Un año que me fui a estudiar a Baños de Montemayor y al mismo tiempo escribía.
- ¿Y de El Jarama sigue sin querer hablar, no le interesa?
- Eso qué importa. El único que merece la pena, ya digo, es... Hay otras cosas que no son novelas que me interesan más, algunos textos sobre la guerra; esos los aprecio, los creo acertados. Artículos sobre la guerra de Irak, por ejemplo.
- La guerra...
- La guerra es lo que cambia todo, por desgracia. A ver... Y al hombre, por desgracia. Ya digo, por desgracia.
- ¿Cómo ve al ser humano, cómo somos desde su atalaya de 90 años?
- No sé, no sé. Qué le voy a decir.
- ¿Avanzamos?
- Hay alguno que no lo ha movido nadie, como Aristóteles.
- ¿Qué personajes le han influido?
- Por desgracia no me ha influido ninguno mucho.
- ¿Algún autor moderno?
- Adorno. He leído mucho a Theodor Adorno, y a Max Weber. Los frankfurtianos sobre todo. Y Walter Benjamin. ¡Ay Benjamin, ése es más difícil que la puñeta!
- ¿Y escritores?
- Kafka, por supuesto.
- ¿Y Proust?
- Nunca lo he leído
- ¿Cervantes?
- Cervantes por supuesto. En el Quijote mete demasiada crítica literaria. Las conservaciones del libro son conversaciones literarias entre dos personajes para decir sus gustos, sus opiniones literarias. Usa el libro para eso. Así sabemos que el Amadís de Gaula es el libro que más le gusta. Y la invención, claro. Es lo que más me interesa. En Carácter y destino tengo un ensayo sobre él.
- ¿Otros autores?
- Baroja tiene libros divertidos. Unamuno tiene mucho interés, mucho interés; pero sus versos no, son horribles. Unamuno es muy inteligente.
- ¿Y Lorca?
- Poco, muy poco. La poesía no me interesa.
- Le he leído algún poema...
- ¿Sí? ¿Dónde?
- Tiene publicados varios, alguno aparece en la biografía sobre usted...
- Me mandaron el libro, el original, antes de que se publicara. Me cabreó. Esos libros son para los que ya están muertos. Pero no he leído ni una línea. Ha fisgado mucho [J. Benito Fernández], ha encontrado personas fáciles de palabra y opinión, y eso es intolerable. Pero estuvo bien que me lo haya mandado, eso es de caballero. Pero no he leído ni una línea. Ya leo poca cosa. Ya no leo de casi nada...
- Soy muy viejo para entrevistas.
Se incorpora y ofrece la mano. Aprieta. Y mira sin pestañear. Este hombre es de otra época. De otro mundo.
EN LA TERTULIA DE LOS SÁBADOS CON LA 'FERLOSÍA'
Surge con paso tranquilo, apoyado en un bastón y mirando al suelo un minuto antes del mediodía. Camina Sánchez Ferlosio a tres pasos de Demetria Chamorro, su mujer, su báculo camino de la cafetería años 70 donde se reúne cada sábado con el filósofo Tomás Pollán, el editor Eugenio Gallego y el periodista Miguel Ángel Aguilar. El maestro luce traje con corbata negra, siempre negra, chaquetón que no se quitará durante las dos horas que durará la tertulia y barba de dos días.El encuentro es de café con sacarina y mucha conversación entre el ruido de la cafetera y carcajadas de vecinos escandalosos. Al escritor le traen café, tostada y zumo de naranja, que deja que repose. No estaba claro que apareciese hace ocho días por algún achaque.
- ¿Ha tenido gripe?
- No, gripe no he tenido. Siempre tengo algún entrecuesto.
- Y Demetria, ¿dónde se ha metido?
- Ha ido a por los periódicos y a que le arreglen la cabeza.
Se habla del libro 'Páginas escogidas', (Literatura Random House), que son eso, páginas escogidas de todos los registros del Premio Cervantes a cargo del crítico y estudioso Ignacio Echavarría, quien ha consultado con Demetria Chamorro, Gonzalo Hidalgo Bayal, José Luis Pardo y Tomás Pollán. Las casi 400 páginas, que acaban de publicarse, abarcan todo el arcoíris de la obra de Ferlosio.
Y se habla sobre todo del homenaje de mañana lunes, día en que el escritor cumple 90 años. Allí estarán numerosos amigos de Rafael, como todos le llaman, y el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo. Como la invitación especifica que se celebrará a la una del mediodía y que se trata de un 'brindis' hay cierta confusión entre la 'ferlosía', como bautizó Arcadi Espada a su grupo de íntimos.
Tomás Pollán detalla que se leerán fragmentos de 'Alfanhuí' y de 'Los babuinos mendicantes', ese magnífico capítulo XXX de la novela 'El testimonio de Yarfoz'. "Y, Rafael, los leerá un actriz, Adriana Ozores". Rafael asiente. Digamos que acepta. No le gustan ni los homenajes, ni las entrevistas, ni distinciones de ningún tipo o condición. "Es un agobio pero iré, claro que iré. Lo pasaré bien. Cómo no lo voy a agradecer", dirá luego.
El periodista le pregunta qué está leyendo.
- 'Calila y Dinma'. Lo estoy releyendo. Por la noche. Siempre por la noche, pero muy poco.
El libro reúne una serie de historias indias de hace más de 1.500 años que Alfonso X el Sabio mandó traducir del árabe y que recuperó el año pasado la editorial Páginas de Espuma y cuyo texto fue acercado al español de hoy por José María Merino. Tela.
- Y escribir, ¿escribe?
- Pecios, pero poco.
- ¿Nada de ensayo, algún cuento?
- No, eso no. Pecios...
A Rafael Sánchez Ferlosio no se le entiende mucho en la cafetería. Hay que acercarse a esos ojos vivos, enormes. A esa cabeza alargada que lo ha leído todo, a ese hombre que ha escrito en silencio centenares de cuadernos desde hace 75 años.
Ferlosio se arropa la mandíbula con la mano derecha y escucha. Permanece en silencio mientras los contertulios hablan de esto y aquello, pero de repente matiza o inquiere.
Se habla de los debates de televisión sobre Cataluña, de los comunicados de la Conferencia Episcopal sobre el 'procés', de si la primera era ambigua, de si defendía el derecho a decidir. Y de eso se pasa a la relación entre la Iglesia universal y las iglesias locales hace siglos, cuando llegaron a tener mucha autonomía hasta que llegó la centralización de Roma. Comentan Pollán y Gallego sobre si el Papa estaba por encima del Concilio o no, sale a miente Guillermo de Ockham...
Y llega Miguel Ángel Aguilar, que comenta la reciente entrega del último premio de periodismo Francisco Cerecedo. "Por cierto, que fuiste tú, Rafael, quien lo recibió en su primera edición. Te lo entregó Felipe González".
Y sale a miente el libro que está a punto de publicarse sobre el maestro, 'El incógnito Rafael Sánchez Ferlosio. Apuntes para una biografía', quien ha hablado con algunos de los presentes y muchos otros amigos o conocidos del escritor para completar más de 600 páginas repletas de detalles de la larga vida del escritor, trufadas de citas, comentarios y anécdotas. Sale a relucir también la Feria del Libro de Guadalajara, "un cónclave", según Ferlosio. El escritor mete la cuchara, apostilla o remata sobre esto y aquello. Luego toca el turno de la salud de amigos comunes, de la eutanasia. Y todo regado con detalles. De la edición de los libros, "cada vez con más erratas"...
Hasta que se decide que hay que levantarse para ir a comer a un restaurante de al lado, a tiro de piedra de la madrileña plaza de 'la Prospe', donde un grupo de vecinos asisten en silencio al discurso de una especie de telepredicador. Rafael, Demetria y amigos caminan en medio del sábado frío y luminoso hablando de lo de siempre, de literatura.
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