http://www.elmundo.es/economia/macroeconomia/2017/12/04/5a244bd4e5fdea76018b458a.html
Dado que los insectos llevan volando 350 millones de años, es inexplicable que Magan no desarrollara esa tesis. Aún así, la gente no es tonta, y esa frase es lo único que perduró del libro. Pronto se convirtió en una verdad aceptada universalmente. Y evolucionó en otra idea, más concreta: no eran todos los insectos, sino solo los abejorros quienes, de acuerdo con las leyes de la Física, no podían volar.
Seis décadas y media después de la publicación de Le vol des insectes, el entonces primer ministro sueco, Göran Persson, dijo que, igual que nadie sabía cómo los abejorros podían volar, ningún economista era capaz de explicar por qué Suecia es uno de los países más ricos del mundo a pesar de su considerablemente grande Estado del bienestar. En 2003, el Fondo Monetario Internacional replicó a Persson con un libro titulado El Estado de Bienestar sueco. ¿Puede el abejorro seguir volando? La conclusión era que, vale, a Suecia le ha ido bien. Pero que eso no va a durar.
No hace falta que la idea sea creíble o no. Basta con que la formule alguien con autoridad. Porque, francamente, nadie se ha parado a pensar en la aerodinámica del abejorro. Lo mismo pasa con algunas cifras míticas en economía, que nos afectan más que el vuelo de los insectos, como el 2% de objetivo de inflación. ¿Por qué el 2% y no el 3% o el 1%? En una situación como la actual, por ejemplo, el 2% de inflación debería ser, al menos, cuestionado, como sugiere el zaragozano Ángel Ubide, de Goldman Sachs, en su libro The Paradox of Risk, publicado por el think tank Peterson Institute for International Economics. Acaso lo que fuera bueno en 1992 no lo sea en 2017.
Esta semana se ha producido en Estados Unidos un revival de una idea todavía más vieja que la de Magan: bajar los impuestos a las empresas y al capital generará más empleo y crecimiento económico. Es lo que se llama economía del goteo (trickle down economics) y, más generalmente, economía de la oferta. Es una idea que, según explicó en 1982 el economista John Kenneth Galbraith en el artículo La economía de la recesión, en la revista New York Review of Books, data de la década de 1890. Entonces se llamaba "economía del caballo y del gorrión", y se basaba en que, si se daba mucha avena al caballo (las grandes empresas), algo quedaría para el gorrión (los trabajadores).
La idea es como la del abejorro: suena bien. El problema es que desde que se empezó a aplicar esa teoría, en los años 80, las expansiones generan cada vez menos puestos de trabajo, y peor remunerados. Y es que no hay ninguna garantía que el capital se vaya a destinar a usos productivos. Puede ir, por ejemplo, a especular, o a premiar a los que ya tienen capital, bajo la forma de dividendos, como pasó en EEUU entre 2002 y 2007. Es como lo del abejorro: tiene lógica y suena bien así que ¿por qué va a ser mentira?
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