Actualizado:«Lo que toca el adicto lo hace mierda, no hay otra forma de decirlo. Destroza a todos los que quiere». Así resumió ayer su experiencia José Romano, ahora presidente del Club de Fútbol América de México, recuperado de su adicción a las drogas y al alcohol. Empezó con 13 años, en una fiesta en la que probó el tequila y acabó inconsciente. Después llegaron las demás sustancias. El punto de inflexión vino a los 21 años, cuando acabó en una azotea intentando suicidarse.
Romano se encuentra en Madrid para ofrecer su testimonio en el XI Congreso Lo Que De Verdad Importa. El acto se celebrará mañana viernes en el Palacio de Congresos de Madrid y, mediante testimonios reales, tratará de transmitir diversos valores a la juventud.
«Con las drogas al principio parece todo de color de rosa, así es cómo te enganchan, pero luego te lo arrebatan todo», explica. Él se alejó de su familia, que no sabía cómo reaccionar. Su comportamiento les pilló a todos por sorpresa: sus padres estaban unidos, Romano iba bien en el colegio, en casa no le faltaba de nada. Pero, resume, «ni el adicto sabe lo que le pasa». Al final, le dijeron que o acataba las normas familiares, o se iba. Así que se fue. «El adicto tiene que tocar fondo, y eso no ocurre cuando la familia quiere», dice.
Lo peor, explica, es que cada día es más frecuente ver a jóvenes enganchados a las drogas. «Los cementerios están llenos y las cárceles también», zanja. Porque mientras algunos son consumidores, otros tantos aspiran a convertise en traficantes. Así lo asegura por su parte el hijo del famoso «narco» Pablo Escobar, que también participa en el congreso y que en los últimos años ha recibido diversas cartas en este sentido. «Intento derribar el mito de mi padre, pero hay series que hacen parecer que ser "narco" está de moda, eso confunde a los jóvenes».
«Yo estaría muerto desde hace muchos años si hubera intentado ser como mi padre», dice Sebastián Marroquín, como ahora se llama el hijo de Escobar. Un narcotraficante que aunque era rico «vivió como uno de los hombres más pobres del mundo», según su hijo, porque no tenía libertad ni para cruzar a comprar el pan a la tienda de la esquina.
Junto a Marroquín y Romano también contará sus experiencias Marta Andreu, presidenta de AEA Solidaria. Una auxiliar de vuelo a la que le cambió la vida fue un día hace siete años, en una escala durante un viaje, en el que decidió cambiar la piscina del hotel en República Dominicana por una visita a Haití para ver cómo estaba el país después del terremoto. Fue entonces, según asegura, cuando su escala de valores «se dio la vuelta».
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