Juan Fueyo Neurólogo asturiano, profesor e investigador oncológico en el Hospital M. D. Anderson de Houston
Miembro de una familia de mineros, ferroviarios y empresarios, el
neurólogo asturiano Juan Fueyo Margareto tuvo que emigrar muy joven de
su Vallobín natal, en Oviedo, y también dejar atrás sus «fantásticos»
veranos de niñez y adolescencia en Congostinas, en Lena, que confiesa
echar de menos. Ese viaje «obligado» a la edad de 18 años (a su padre le
salió una plaza de Renfe en Barcelona) le llevó a formarse como médico
en Cataluña y a probar suerte luego como especialista e investigador en
Estados Unidos. Lo hizo junto a su mujer, la investigadora oncológica
Candelaria Gómez, y no le fue mal. Nada mal. Juan Fueyo es hoy profesor e
investigador en neurología y oncología en el M. D. Anderson Center de
Houston, en Texas (Estados Unidos), uno de los centros más prestigiosos
del mundo en el tratamiento del cáncer. Además, ha descubierto un virus
que podría servir para tratar los tumores cerebrales y cofundó la
compañía biotecnológica DNATrix. Pero la novedad que trae a este experto
a España no es una nueva terapia oncológica, sino un libro sobre Severo
Ochoa que promete remover cimientos y que supone su debut como escritor
de ficción.Cofundador de la compañía biotecnológica DNATrix, acaba de publicar la novela 'Exilios y odiseas. La historia secreta de Severo Ochoa'
-Dice que su libro 'Exilios y odiseas. La historia secreta de Severo Ochoa' no pretende ser una biografía, sino contar aspectos poco conocidos. ¿Cuénteme alguno?
-Siempre me interesó la figura de Severo Ochoa más allá de la del científico español que recibió un Nobel. Me fascina su lado humano, su relación con Negrín, su profesor que llegó a ser presidente de la República; también su amistad con Dalí, Lorca, Buñuel, Juan Ramón Jiménez... Estuvo en esa élite y en un ambiente altamente creativo en la década de 1930. No deberíamos centrarnos tanto en el Nobel porque, al fin y al cabo, se lo dieron por error.
«La Academia Sueca no rectifica nunca; es como el Papa, lo que acuerda
va a misa» «Estamos investigando un virus que inyectado en el cáncer
parece reparar el daño» «El enigma no es saber qué tiene Trump en su
cerebro sino qué tiene en su cabeza la gente que le votó»
-¿Cómo que se lo dieron por error? -Sí, por error. Bueno, más bien por algo que pasados unos años se comprobó que había sido un error. Personalmente, lo tuvo que pasar muy mal porque fue consciente de todo eso.
-¿Y cómo llega a esa conclusión?
-Primero habría que contar por qué le dieron el Premio Nobel. Severo Ochoa logró identificar una proteína que parecía crear ARN. Tras ese hallazgo, su discípulo Kornberg hizo lo mismo con otra encima y consiguió crear ADN. Imagínese, en 1959, de repente, el ARN y el ADN, que era algo totalmente utópico, pasaban a estar al alcance de los laboratorios. Ese descubrimiento les valió el Nobel por la síntesis de los ácidos nucleicos.
-¿Y qué pasó?
-Fue una equivocación haberles dado el Nobel tan pronto, porque, pasados dos años, otros grupos científicos empezaron a publicar estudios en los que demostraron que la síntesis del ARN se producía por otras encimas que nada tenían que ver con la de Severo Ochoa.
-¿Y Severo Ochoa lo supo?
-Sí, porque él era editor de las revistas donde se publicaban esos trabajos. A mí siempre me llamó la atención una frase de Severo Ochoa que comprendí luego. Él decía: «Mi trabajo fue mejor después del Nobel».
-¿Y por qué la Academia Sueca no le retiró el premio?
-Porque la Academia nunca rectifica; es como el Papa, lo que acuerda va a misa (risas). Hay otros premios Nobel mucho peores que ese, porque, al fin y al cabo, Severo Ochoa fue un científico excepcional que se hubiera merecido un segundo Nobel. Lo que digo no empaña su carrera, figura y labor científica, que fue brillante y sentó las bases del estudio genómico.
-Habla con naturalidad del error de ese Nobel, pero en España casi nadie es consciente de ello. ¿No teme que en Asturias lo declaren persona 'non grata'?
-(Risas). Hay que ir con la verdad por delante. El escritor hace siempre un poco de chivato. Pero, en toda esta historia, la mala de la película es la Academia Sueca. Fue ella la que cometió el error y persistió en él.
-¿Por qué?
-Los que realmente descubrieron la estructura del ADN fueron Watson y Crick, pero no les dieron el Nobel porque ya se lo habían dado a Severo Ochoa por ese mismo hallazgo, que, en realidad, no fue tal.
-¿Hubo otros Nobel peores?
-Sí, el de la lobotomía frontal fue un espanto porque premiaron una práctica médica que fue uno de los mayores atentados de la ciencia hacia el ser humano. Si uno repasa la historia de los Nobel se puede ver que es una sucesión de fiascos. A Einstein no se lo dieron por la teoría de la relatividad y Fleming se apropió del de la penicilina cuando se trataba de un premio otorgado a más personas.
-¿Como pasó con Thomas Edison y Nikola Tesla, cuando el primero se acabó apropiando del descubrimiento de la electricidad?
-Sí, exacto, muy parecido.
-Ya, pero ahora el coche eléctrico se llama Tesla y no Edison.
-(Risas). Es una especie de justicia divina.
-El primer Nobel a Severo Ochoa dice que fue un error, pero asegura que luego tendría que haber recibido un segundo premio. ¿Busca que le perdone la familia del científico?
-No, lo digo convencido porque lo que hizo Severo Ochoa después del Nobel fue mucho más importante. De hecho, creo que estuvo nominado por segunda vez en 1968 cuando concedieron el premio a tres científicos norteamericanos, a uno de ellos, por descubrir el primer aminoácido. Ese galardón no se podría haber dado nunca sin los descubrimientos de Severo Ochoa. Para mí que lo sacaron de la nominación. Eso lo podremos saber el año que viene porque la Academia Sueca mantiene las deliberaciones secretas cincuenta años.
-¿Cuánta similitud hay entre la historia de Severo y la suya?
-Para empezar, a mí me falta su gran talento, además del Nobel (risas). Somos algo parecidos en la vida que ambos llevamos en el laboratorio, en irse a vivir fuera, en lo difícil que es buscar algo realmente nuevo...
-¿Y usted encontró algo nuevo?
-Estamos trabajando en un virus que podría ser eficaz en el cáncer cerebral, pero no hay nada definitivo.
-Su vida es bastante peculiar. Es de Oviedo, pero acabó estudiando Medicina en Barcelona, y luego se fue a Estados Unidos y ya no volvió... ¿Cómo fue todo eso?
-Un poco horrible, sobre todo al principio. La marcha a Barcelona la recuerdo como la peor etapa de mi vida. Pero imagínese un chaval de 18 años obligado a dejar su lugar en el mundo, que para mí era Oviedo. Fue más duro ir a Barcelona en ese momento que marchar luego a Houston.
-¿Qué recuerdos tiene de la Asturias que dejó y cómo la ve cada vez que regresa?
-Dejé un Sporting y un Oviedo en Primera (risas)... Hablando ya en serio, siempre pensé que Asturias era un paraíso natural. Cuando me fui se estaba buscando cómo convertir la región en eso. Ahora me encuentro con que gran parte de la población cree que fue un error. Antes nos conformábamos con la idea de 'Asturias biutiful', pero eso no generó trabajo e hizo que mucha gente se fuera.
-¿Qué es eso de la viroterapia que estudia en Houston?
-Se trata de inyectar un virus en células cancerígenas y esto hace que se active su sistema inmunológico. Desde hace varios años trabajamos con un virus, el 'Delta-24', que parece que podría funcionar. Por el momento, solo un 10% de los enfermos que tratamos con este virus logra sobrevivir durante unos años.
-Como neurólogo y persona residente en Estados Unidos, me gustaría me resolviera un enigma: ¿qué hay en el cerebro de Donald Trump?
-Lo que habría que preguntarse es qué hay en el cerebro de los que le votaron. Se intentó decir que la elección había sido ilegítima, pero no, Trump es real y los que le votaron, también. Trump es una combinación de orgullo nacionalista y miedo a lo de fuera, en este caso, al islam.
-Mentalmente, ¿está bien ese hombre?
-Cuando habla parece una persona ignorante e inculta y su equipo le potencia ese aspecto porque es lo que más le gusta a su electorado. Es como si coges al gamberro de la clase y lo eliges porque crees que te va a defender a ti. Es un tío que hace 'bullying', pero 'bullying' internacional, y eso acabará mal.
-¿Qué cree que habría pensado Severo Ochoa de Donald Trump?
-Ostras, tú, esa es una buena pregunta... Igual se hubiera vuelto antes para España. No le habría gustado Trump.
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