Son ahora mismo 200 guardias civiles los que están «hacinados» en el camping isla Mateua de l'Escala del Ampurdán girones. El dueño del recinto, que les cobra hasta tres veces más de lo habitual por dormir allí, solo les ofrece la pernocta y comida, pero no la limpieza de habitaciones.
Según ha podido saber ABC, por la noche un grupo de extremistas circulan con sus coches y hacen sonar las bocinas de los coches para mantener despiertos a los agantes. Además de los bocinazos, otros independentistas se didican a hacer una «cacerolada» para que el ruido moleste a los guardias civiles también. El «escrache» de madrugada y viene a mermar el ánimo y sueño de los agentes desplazados a Cataluña desde Sevilla y León.
Cabe recordar que el dueño de este camping, Martí Guillem, ya fue noticia cuando se conoció que la Guardia Civil se había alojado allí durante una maniobras, lo que llevó al propietario a dimitir como concejal en el Ayuntamiento de la localidad, donde había sido elegido en las listas de CiU. Antimiltarista e independentista, Guillem ha aceptado alojar de nuevo a los guardias civiles, aunque les cobra el triple y no limpia las instalaciones, denuncian los agentes. A lo que se suman las caceroladas a las seis de la mañana.
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